La Asociación Americana del Corazón (JAHA, por su sigla en inglés) se retractó sobre la publicación de un estudio que vinculaba el uso de cigarrillos electrónicos con el riesgo de infarto.
En una aclaración publicada en su journal digital, los editores de la Asociación indicaron que el estudio, originalmente publicado en el mes de junio de 2019, pudiera haberse basado en datos engañosos y concluyendo que éste no tenía en cuenta cierta información de una encuesta de evaluación de la población sobre el tabaco y la salud, muy relevante para la investigación.
La retractación de la JAHA llega en momentos en que la Comisión de Salud de la Asamblea de Diputados discute un proyecto de ley para prohibir los cigarrillos electrónicos y similares en Panamá. En este sentido, el diputado independiente Raúl Fernández, solicitó públicamente que se amplíe el periodo de consultas para emitir opiniones sobre el proyecto de ley, ya que el tema es complejo y requiere de debate cuidadoso.
Al modificar su postura, la JAHA confirmó el hecho de que estas conclusiones fuesen «poco fiables» y puso a prueba la preocupación generalizada de que las nuevas alternativas al cigarrillo tradicional sean productos todavía desconocidos para la sociedad y que mucha de la información que se comparte no cuenta con metodologías científicas adecuadas, prácticas reconocidas internacionalmente y equipos de científicos validados.
El estudio mencionado concluía que el uso de cigarrillos convencionales tanto de cigarrillos electrónicos suponía un riesgo similar, mientras que hacer ambas cosas al mismo tiempo era una opción aún más peligrosa que podía aumentar la probabilidad de sufrir un ataque de corazón.
Esta y otras conclusiones generaron un serie de reacciones entre científicos como las Brad Rodu, experto en control del tabaco de la Universidad de Louisville, que señaló que muchos de los vapers analizados para el estudio también eran fumadores actuales o anteriores y por ello, existía la posibilidad de que el consumo de cigarrillos tradicionales fuera lo que los hacía más propensos a sufrir ataques cardíacos.
A él se le sumaron otros académicos de escuelas de salud pública, incluyendo la Universidad de Nueva York, Yale, y el King’s College de Londres, que conjuntamente, enviaron una carta a la Asociación cuestionando la validez del estudio y la metodología utilizada para llegar a esa conclusión, destacando que “muchos de los infartos de miocardio (IM) utilizados en el cálculo de la asociación entre el uso de cigarrillos electrónicos y el riesgo de IM ocurrieron antes de que estas personas utilizaran los cigarrillos electrónicos por primera vez”.
Un elemento del debate sobre los cigarrillos electrónicos se centra en la confusión y desinformación existente sobre la diferenciación de estos productos, entre los que se encuentran tres tipologías.
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